Suso: no es no hasta con las bragas bajadas
- Divina Carbonell
- 24 oct 2016
- 3 Min. de lectura
“Yo soy una persona que, si tú me das a entender una cosa y yo... me acelero, luego no me digas hasta aquí, ahora ya no, me voy, porque sinceramente yo ya no razono”.
Situemos esta frase: plató de mujeres, hombres y viceversa. Horario infantil. Suso, nuevo tronista del programa, antes conocido por soltar perlitas misóginas en su paso por el reallity Gran Hermano. Lo dice con total normalidad, como quien afirma con la seguridad de que no se va a equivocar que 2 + 2 es 4.
Pero lo que no es normal es que esta apología a la cultura de la violación en un plató de televisión haya pasado sin levantar ampollas. La cultura de la violación es un término acuñado por el feminismo de la segunda ola. Hace referencia a la normalización de la violencia sexual y a la culpabilización de las víctimas que todas las personas interiorizamos debido a la sociedad patriarcal en la que vivimos.
Todos sabemos que este programa de Telecinco no se caracteriza precisamente por sus comentarios brillantes. Ni por tener un trasfondo educativo, social, ni siquiera útil en ningún aspecto de la vida de una persona más allá del puro entretenimiento. Pero lo que pasó el jueves es demasiado escandaloso hasta para ellos.
Las redes sociales no tardaron en hacerse oír y pronto Twitter se incendió con el hashgtag “#SusoViolador”. Entre las personas que participaron en esta campaña viral estaban las que argumentaban que a pesar de sus palabras machistas, tildarle de violador era excesivo.
Pero yo quiero preguntar, ¿por qué la sociedad encuadra únicamente una violación a un solo contexto? En el imaginario colectivo, se asocia a las violaciones a hombres desconocidos que abusan de chicas en un callejón oscuro. Las violaciones de desconocidos se denuncian con mayor frecuencia, pero solo representan un tercio del total. Según el Centro de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales (CAVAS), tres de cuatro violadores suelen ser del entorno de confianza de la víctima.
¿Acaso las mujeres no presenciamos comportamientos de la cultura de la violación a diario que pasan inadvertidas ante nuestros ojos?
Apología de la violación también es cuando te enrollas con un chico en una discoteca y te llama calientapollas por no querer acostarte con él. Apología de la violación también es cuando tu pareja quiere tener sexo, a ti no te apetece y él insiste hasta que tú acabas aceptando por pesadez. Apología de la violación es no entender que un no es un no en cualquier ocasión y contexto, hasta con las bragas bajadas. Apología de la violación es que te hagan pensar que estás obligada a hacer algo que no quieres. Apología de la violación es apelar a un instinto sexual animal que no se puede controlar para justificar la falta de comprensión y de respeto.
Estas actitudes individuales que suelen estar concebidas como hechos aislados generan problemas estructurales que se manifiestan en las violaciones en grupo como en los últimos San Fermines o en las treinta y siete mujeres asesinadas en lo que va de año por violencia machista. Los medios de comunicación son uno de los instrumentos más potentes para propagar idearios y valores. Estoy segura de que podrían contribuir a aniquilar esta lacra. Pero con estos episodios tan lamentables, me temo que la cultura de la violación va a seguir gozando de buena salud.
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