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Camina deprisa y no mires atrás

  • Sara Martí
  • 18 dic 2016
  • 2 Min. de lectura

El mes pasado eran 39. Hoy, ya son 40. Lo que iba a ser una noche agradable, la cena de navidad con sus compañeros de trabajo, acabó con un trágico desenlace. Después de ser encontrada con heridas de arma blanca en el portal de su casa, Ana María se ha convertido en un número más. El número de la vergüenza.

Ahora, se investiga si lo hizo su exnovio o no lo hizo. Pero, si no fue él, ¿estaríamos hablando entonces de violencia de género? La respuesta es fácil: sí. Según la Ley 11/2007 para la prevención y el tratamiento integral de la violencia de género: “Se entiende por violencia de género cualquier acto violento o agresión, basados en una situación de desigualdad en el marco de un sistema de relaciones de dominación de los hombres sobre las mujeres que tenga o pueda tener como consecuencia un daño físico, sexual o psicológico”.

La semana pasada, precisamente, hablaba con una amiga de cómo en muchas ocasiones había declinado la invitación a una fiesta por el simple hecho de que al regresar del local en cuestión tendría que volverse sola hasta casa. Lo que en aquel momento me pareció una tontería, se convirtió en una realidad, cuando, al despedirnos, atravesé en solitario las tres calles que separan su hogar del mío. Porque, corríjanme si me equivoco, ¿quién no ha enterrado la cabeza en el móvil, cruzado a la acera de enfrente o dado un rodeo innecesario para evitar toparse con una figura masculina desconocida que caminaba unos pasos más atrás que los nuestros? Sin embargo, lo que más me sorprendió de nuestra charla fue su respuesta cuando le pregunté qué hacía en aquellas ocasiones en las que no le quedaba más remedio que emprender el camino sin más compañía que la suya propia. “Cuando sé que me va a pasar eso procuro parecer lo menos atractiva posible. No me maquillo, me cubro con la capucha de la sudadera y, siempre, llevo zapatillas”, me contestó.

Si una mujer, aunque solo sea una, tiene que seguir este tipo de rituales a la hora de caminar de noche por la ciudad es que la sociedad, nuestra sociedad, no está en sus cabales. La Fundación de Víctimas del Terrorismo estima en 829 el número de asesinados por ETA desde 1961. En tan solo 13 años, el de mujeres asesinadas por violencia machista es de 866. Más números, más vergüenza.

 
 
 

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