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La lucha por la identidad

  • Gemma Quevedo
  • 28 nov 2016
  • 4 Min. de lectura

Carlos lo ha sabido siempre. En el colegio no era como las demás niñas, no le gustaba el rosa ni jugar con muñecas. No sabía por qué pero era diferente. Una situación que se acentuaba con el paso del tiempo.


Una mañana Carlos se levantó, se miró al espejo y se dijo: “Chaval, date cuenta de lo que eres ya. Afronta tu vida y déjate de tonterías porque sabes perfectamente lo que te pasa desde que eras pequeño. Empieza a vivir porque no estás viviendo y pa’lante”.





Carlos es uno de los muchos transexuales españoles que busca hacerse un hueco en la sociedad. Ser aceptado tal y como es, vivir feliz. “Tú intentas cumplir con todo lo que la sociedad espera de ti, pero te das cuenta de que en realidad no lo cumples, entonces te desesperas. Intentas forzarlo, pero llega un momento en el que ya no puedes más porque estás viviendo una mentira”, cuenta Carlos.

Un estudio del colectivo LGTB Lambda de Valencia señala que las personas que se identifican como transexuales son especialmente susceptibles a experimentar situaciones vitales negativas, tales como falta de vivienda y estigmatización. Asimismo, a nivel más personal son personas expuestas a una constante victimización y rechazo por parte de la sociedad.


En el ámbito laboral, un 46,5 % de las personas transexuales se encuentran en situación de desempleo. La causa más directa es el rechazo, unido a la difícil situación económica presente en España. “Yo tendría como maestro que hacer oposiciones y no podría ir a cualquier colegio. O sí, pero ocultando toda mi vida”, comenta Carlos, diplomado en Magisterio. Otra de las razones, se debe a la falta de estudios específicos debido a que este tipo de colectivos son más propensos a sufrir bullying transfóbico. “Si no existen facilidades para los trans en las escuelas, lo cierto es que abandonan los estudios”, afirma Keila Simpson, vicepresidenta trans de la Asociación Brasileña de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis y Transexuales (ABGLT)


El informe “Por ser quien soy” de Amnistía Internacional de 2 013, señala que la situación de las personas transexuales ha mejorado en los últimos años. No obstante, en algunos países europeos los prejuicios, la discriminación y la violencia por odio persisten. En muchas ocasiones esta transfobia no solo proviene de personas ajenas, sino que está presente en círculos más próximos. Familiares y amigos pueden ser los primeros en presentar rechazo hacia esta condición. Carlos lo sabe bien, él lo ha vivido de primera mano: “Es muy triste sentir por parte de tu familia que no te aceptan”.


La familia es el rechazo, pero muchas veces es el sustento. Como queda reflejado en el informe "Transexualidad en España" elaborado por el colectivo Lambda, las principales fuentes de apoyo son la familia y las amistades, sobre todo estas últimas. Estos resultados se deben a que en este contexto existe un mayor nivel de aceptación, ya que las amistades son elegidas libremente por uno mismo.

El cambio de sexo para las personas transexuales es el paso definitivo. En España, las únicas comunidades que lo cubren por completo son Andalucía y Cataluña. El resto, costea una parte del tratamiento, excluyendo la operación genital. Alexo Carballeira, cirujano de la clínica Serrano de Valencia, aclara: “En Madrid tienen endocrinos, cirujanos, foniatras y aquí no hay. Afortunadamente, algo se cubre. Habrá comunidades en las que a lo mejor no se cubran tantas cosas”. Las listas de espera son indefinidas y las unidades de transexualidad e identidad de género presentan grandes carencias.


Otro obstáculo que deben superar las personas transexuales es el cambio de género en documentos oficiales. Para completar el procedimiento se requiere llevar dos años en tratamiento. Además, se debe presentar un informe psicológico y médico, la partida de nacimiento y el certificado de empadronamiento. Carlos relata desde su experiencia: “En mi caso que no tengo el DNI cambiado, vas al trabajo y te lo piden. No cuadran las cosas. Cuántas personas habrán discriminado por el hecho de ser trans”.


Desde 2007, la Ley de Identidad de Género reconoce el derecho de las personas transexuales a rectificar la mención del sexo en los documentos identificativos. Gracias a esta ley, pueden cambiar nombre y designación de género sin tener que completar todo el proceso de reasignación sexual. “Hasta ese momento, solo las personas transexuales que habían completado todo el proceso podían cambiarse el nombre y el sexo en todos los documentos oficiales, pero con esta ley eso cambió. Desde Lambda llevamos años intentando negociar una ley integral para las personas transexuales” apunta Marina Valiente, representante de Lambda en Valencia.


Andalucía se ha convertido en la primera comunidad que busca frenar esta desigualdad. El Parlamento de Andalucía ha aprobado la Ley Integral para la No Discriminación por Motivos de Identidad de Género y Reconocimiento de las Personas Transexuales en la que establece medidas para asegurar la atención social, sanitaria, educativa y familiar, aproximándolas cada vez más a una situación de igualdad.


Estos progresos han sido posibles con el esfuerzo y el trabajo de colectivos y asociaciones LGTB. Además, personas con gran influencia como Carla Antonelli, diputada del PSOE en la Asamblea de Madrid, han contribuido a esta causa. “Parece que la T, a veces, pesa mucho, y a veces casi parece que se convierte en una cruz. Pero este año es un año para transformar, un año para las mujeres y hombres transexuales. Los caminos han sido más lentos, pero no hemos cedido los terrenos ganados”, cuenta la diputada.


Hace un año y cuatro meses que Carlos dio el paso y emprendió el viaje. Él lo tiene claro: “Yo no he elegido ser transexual, no he tenido opción de escoger. Simplemente he tenido que seguir unos pasos para poder llegar a ser quien yo me siento”. Cumpliendo objetivos.




 
 
 

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