Un violento engaño
- Paula García
- 7 dic 2016
- 2 Min. de lectura
Un nuevo escándalo llega a Hollywood. Han pasado 41 años del estreno de la película El último tango en París y dos años de la muerte de la actriz protagonista, Maria Schneider. El director del filme, Bernardo Bertolucci, ha admitido en una entrevista en la Cinemateca Francesa la historia detrás de la famosa escena de la mantequilla.
La joven actriz con solo 19 años fue engañada para rodar una escena donde se incluía una violación a través del uso de una barra de mantequilla como lubricante. Las palabras de Bertolucci asustan. “Me siento culpable, pero no me arrepiento”, acepta. La idea surgió durante un almuerzo con Marlon Brando en el momento en que el actor untó mantequilla en una tostada. A través de sus miradas, supieron lo que estaban a punto de rodar.
Una situación escalofriante. Maria Schneider ha tenido que vivir con ello el resto de su vida. Ambos consiguieron lo que buscaban: el miedo y la humillación de una joven, no la interpretación de una actriz. Solo hace unos años que se atrevió a revelar la violencia que sufrió con la terrible escena. Ha marcado sus otros trabajos en el mundo del cine, incluso cayó en las drogas y se intentó suicidar más de una vez.

Es impensable que dos personas le hagan eso a una chica que tiene toda una vida por delante, que la fuercen a vivir con temor por lo que le hicieron miembros tan reconocidos del cine. No se deberían quedar en unas simples declaraciones, en una acción impune, cuando la actriz ya ha fallecido y además han pasado tantos años de ello.
Conseguir una verdadera reacción de ‘casi violación’ pero no arrepentirse resulta lo peor de todo. No lo puedes tapar con la excusa de que para hacer buenas películas hay que ser capaz de cualquier cosa. Has humillado a una persona. A esto se suma que tuvo que vivir con esa situación en silencio, hasta que se atrevió a contarlo en público.
Sin embargo, han sido las declaraciones del director lo que ha suscitado la polémica tanto en los medios de comunicación como en los miembros del séptimo arte. Las palabras de la mujer que sufrió la humillación y el miedo no sirvieron, frente a hombres tan importantes que llegaron a obtener el premio Oscar a Mejor Director y Mejor Actor por esa misma película, El último tango en París.
En la sociedad sigue presente la subordinación y el carácter sumiso de la mujer. El director del filme ha utilizado el engaño indiscriminado como una manera de conseguir sus objetivos, sin pensar en lo que supone para una persona ese tipo de violencia física y ante todo, psicológica. Las cosas han cambiado. Aunque hay muchos aspectos que cambiar para erradicar estas situaciones que infravaloran la figura de la mujer.
¿Cómo se puede someter a esa violencia a una joven que solo ha empezado a vivir su juventud? Actitudes machistas y violentas que empañan películas brillantes. Abrimos los ojos, ahora solo podemos sentir repugnancia.
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