Un viaje en busca de posibilidades
- Paula García
- 8 dic 2016
- 5 Min. de lectura
Tomar la decisión no es nada fácil ni cómodo. Lo piensan una y otra vez, pero las opciones son escasas. Dejar atrás a la familia y tu hogar para coger las maletas y marchar rumbo a lo desconocido resulta una dura despedida. La vida de Lidia cambió de forma radical el día que se subió a un avión con destino a Berlín, la capital alemana. «Fue un momento difícil, pero en España no encontraba nada en el ámbito laboral. No había mucho qué pensar y decidí viajar a Berlín a probar suerte», cuenta Lidia con nostalgia.

Lidia Monzón es una de las tantas jóvenes, cualificadas y con estudios, que en España no obtuvo empleo y se vio forzada a emigrar. «En España vivía con mis padres, ya que no tenía un empleo. Solo conseguía trabajos de sustitución y de verano de muy pocos meses», explica Lidia, profesional en el campo de enfermería.
La crisis económica en la que se sumió España en el año 2008 ha dejado huellas en muchas familias. La publicación del Centro de Documentación de Migraciones de la Fundación 1º de Mayo señala que la crisis y la austeridad como medida del Gobierno han ocasionado altas tasas de desempleo y un incremento alarmante de la pobreza en España.
La Encuesta de Población Activa (EPA) registró que la tasa de desempleo en el año 2016 se situó en un 18,91 % con 530.000 personas menos en el paro. Con un total de 4.320.800 personas sin trabajo, según muestra el Instituto Nacional de Estadística (INE). Esta disminución se debe a que los estudiantes más cualificados deciden marcharse del país en busca de un trabajo acorde con sus estudios, lo que conlleva la denominada «fuga de cerebros».
Por esto, la reducción de parados no resulta positiva si se tiene en cuenta el número de personas que abandona el país. Tanto jóvenes como adultos han optado por emigrar en busca de una nueva oportunidad. En la actualidad, existe un saldo negativo de población, ya que hay más personas que se marchan que las que vienen a España. Según registró el INE, en 2015 el saldo migratorio ha sido negativo con un registro de 27 766 personas que se marcharon del país.

En este último año los emigrantes españoles prefieren Reino Unido, Alemania, Estados Unidos y Francia como los principales países de destino. La mayor parte de estos países preferentes se ubican en la Unión Europea, debido a las facilidades de circulación y residencia que se les otorga a los vecinos comunitarios.
No obstante, España ya conoció este proceso de emigración. En los años 60, muchos jóvenes se vieron en el aprieto de dejar su país. Solo que las cosas han cambiado. Ahora los jóvenes no solo se dedican a trabajar. Existe un mayor acceso a la hora de estudiar, pero pese a estar preparados y cualificados no encuentran trabajo.

El nivel de estudios y de educación de los jóvenes españoles se ha incrementado, con carreras universitarias, másteres e idiomas, pero no sus oportunidades de trabajar en España. Lidia ha pasado por esta situación. A sus 28 años y con los estudios de técnico de laboratorio de diagnóstico clínico y auxiliar de geriatría acabados en 2011, así como diversos cursos de sanidad complementarios, no ha podido trabajar en su especialidad.
Andrés Piqueras, catedrático de Sociología en la Universitat Jaume I (UJI), revela: «Acceden más personas al sistema educativo, pero la crisis impone más condiciones y dificultades. Aunque tengan formación, en nuestro país solo pueden desempeñar cargos de menor cualificación. Aquellos trabajos que antes no requerían estudios».
Por otra parte, otros países invierten más presupuesto en educación y formación. En este caso se encuentra Carlos, un estudiante de Física que elabora su tesis actualmente en Lyon, Francia. «El número de plazas para hacer una tesis de Física en Francia es igual al número de plazas para hacer una tesis en España en cualquier dominio», expone.

La juventud que emigra consigue empleo, aquello que soñaban desde hace tanto tiempo. A la vez son conscientes de que su trabajo no podrían realizarlo en su país. «Si sigo la carrera en Física, no me veo trabajando en España. Porque sé que no tendría la posibilidad», añade Carlos.
Surge la cuestión de si los jóvenes se hallan altamente cualificados respecto al trabajo que obtienen hoy en día. Andrés Piqueras responde a este concepto: «La existencia de profesionales preparados con una amplia formación no quiere decir que estén sobrecualificados. Hay una subocupación, la presión a la baja que ejerce el mercado laboral repercute en una menor cualificación en el empleo y un incremento de la competencia para llegar a obtenerlo».
Las cosas no son nada fáciles. A pesar de tener una amplia experiencia en España no es suficiente. La crisis ha afectado a numerosas familias, esta es la situación de Eva Gasent. Con 45 años y más de 20 años de trabajo, encontró la solución en otro país. En su caso, irse a vivir a Berlín. «Decidí cerrar mi negocio, una consulta de terapias alternativas, quedando a cargo una superhipoteca y sin trabajo estable. En 2014, decidimos irnos mi marido y yo a Berlín para tener una mejor calidad de vida», expone.
Llegan a un país más próspero y con más posibilidades. Sin embargo, no siempre obtienen el trabajo que esperan. «En Alemania se nota que se mueve más empleo, aquí al menos he empezado con un trabajo estable. Hasta en un trabajo como camarera de hotel debes tener una formación mínima y experiencia. No es que no haya trabajo, sino que te exigen un nivel», explica Lidia desde la experiencia.

La situación de precariedad laboral, en que se dedican más horas por menos ingresos, supone una realidad en todos los países. Lidia destaca: «La realidad es bien distinta a la cara que quiere dar Alemania. Aquí no venimos a hacer dinero, como decían antes, sino a intentar vivir y subsistir».
Los países donde se marchan las personas exiliadas presentan unas condiciones y exigencias precisas en los trabajos que ofrecen. La diferencia con España radica en que encontrar empleo es fácil, solo que no aquel que siempre se busca. Exigen una alta cualificación, una formación universitaria y sobre todo los idiomas del país. «Solo conocía lo básico de alemán y es necesario para el trabajo que buscas. El inglés no te sirve. Por lo contrario, solo ejerces empleos mal pagados y mal considerados», expresa Lidia sobre la importancia del alemán. Eva piensa lo mismo: «Sin el alemán no puedes encontrar un buen trabajo, aun siendo trabajos precarios te exigen un nivel. Tienes que aprender sí o sí».

Por su parte, Eva cuenta que el Gobierno da facilidades en Alemania. Te ayudan a través de un curso de integración para aprender el idioma si tu jornada laboral es de 5 horas o no tienes trabajo. Por otro lado, si no llegas al sueldo mínimo te dan una subvención por parte del Estado. El problema es que «no puedes sobrevivir con las ayudas que pagan y en el caso de trabajar 8 horas, no tienes derecho a nada. Es complicado vivir con solo ese sueldo», indica.
Amparo Gónzalez-Ferrer, investigadora en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), expone en el escrito La nueva emigración española. Lo que sabemos y lo que no: «Aunque desde el Gobierno se ha minimizado la magnitud de la nueva emigración española y se han usado eufemismos como “movilidad exterior” para referirse a él, aludiendo al “espíritu aventurero” de los ciudadanos como una de sus causas, es evidente que la emigración de españoles, sin ser masiva, está aumentando con y por la crisis».

La situación no es del todo esperanzadora para las nuevas generaciones. Aun así, ellos ven la cara positiva de la vida. Lidia lo tiene claro: «Ha sido difícil tener que dejar a mi familia y mis amigos, pero lo veo un cambio a mejor. Pienso quedarme bastante tiempo y encontrar trabajo de lo que he estudiado, por eso estoy aquí. Sé que es difícil pero siempre queda esa esperanza».
Sin duda, el viaje continúa.
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